¿Qué es EFT y cómo funciona? Parte 1

Las siglas de EFT en inglés significan «Emotional Freedom Techniques», que se traduce como «Técnicas de Libertad Emocional». Se trata de un conjunto de técnicas validadas científicamente que ayudan a disminuir o eliminar reacciones emocionales involuntarias o displacenteras que podemos tener en respuesta a algún recuerdo, situación, «detonante» (en inglés, «trigger»), o ante algo que imaginamos puede llegar a suceder en el futuro. 

Básicamente, EFT consiste en usar tus dedos para hacer unos golpecitos o «tapping» en determinados puntos de tu cabeza y torso, que se usan en la acupuntura, mientras al mismo tiempo llevas tu atención a algún pensamiento que genere en ti una reacción emocional o fisiológica displacentera (como por ejemplo, un dolor de estómago). Luego de unos breves momentos, esta reacción tiende a disminuir o desaparecer.

Estos puntos, localizados en nuestra cara, manos y torso, son algunos de los puntos que se utiliza en la acupuntura o Medicina Tradicional China, y se cree que forman parte de determinadas vías energéticas conocidas como «meridianos de energía», los cuales a su vez están conectados con determinadas partes de nuestro cuerpo y cerebro.

Gary Craig, el fundador de EFT, plantea que «la causa de toda emoción negativa es una ruptura en el sistema energético del cuerpo». Por lo tanto, al estimular estos «puntos energéticos» mediante el «tapping» al mismo tiempo que nos enfocamos en alguna situación que nos genere una emoción «negativa» o displacentera, ese bloqueo o ruptura energética se disuelve rápidamente. Y podemos entonces sentirnos mejor y pensar en dicha situación con mucha más calma.

Ahora bien, ya sea que acordemos o no con esta idea, existe también otra forma de pensar en cómo funciona EFT, desde una perspectiva más ligada a las neurociencias. 

Otra mirada

Desde esta perspectiva, podríamos decir que nuestra mente está compuesta por «el cerebro pensante» (relacionado a la corteza cerebral) y por el «cerebro emocional, que se ocupa de nuestra supervivencia» (relacionado al sistema límbico, el tallo cerebral y el cerebelo). Estos dos «cerebros» a veces entran en conflicto. 

El motivo es que, sin que nuestra mente consciente esté al tanto, nuestro sistema nervioso está constantemente buscando determinar si nos encontramos a salvo o no. Esta es la tarea de nuestro «cerebro emocional que se ocupa de nuestra supervivencia». Este proceso se conoce como «neurocepción», palabra que combina «neuro» y «percepción». La «neurocepción» implica examinar constantemente aquellos estímulos que provienen del ambiente que nos rodea (incluyendo a otras personas), lo cual se conoce como «exterocepción»; y también aquellos estímulos provenientes de nuestro propio cuerpo, lo cual se conoce como «interocepción».

Un ejemplo de «exterocepción» sería: alguien viene corriendo hacia nosotros y parece estar furioso. Lo más probable es que para la mayoría de nosotros/as, ese «estímulo» sea considerado una amenaza, y haga que nuestro sistema nervioso entre en «modo supervivencia».

Y un ejemplo de «interocepción» sería cuando de repente sentimos una sensación de dolor, tensión, o como que «algo nos aprieta», en algún órgano o parte de nuestro cuerpo. Eso también puede hacerle sentir a nuestro sistema nervioso que no estamos a salvo y hacer que entonces entre en «modo supervivencia».

Ahora bien, en aquellos momentos en que nuestro «cerebro emocional que se ocupa de nuestra supervivencia» considera que estamos a salvo, nuestro sistema nervioso se encuentra en un estado «regulado», en el cual podemos acceder a nuestro «sistema de conexión social». Este estado nos permite sentirnos calmados/as, relajados/as, estables, y a salvo como para poder interactuar o conectar con otras personas. Además, es en este estado en el cual nuestro cuerpo puede descansar, sanar y regenerarse. Y es aquí donde también, por ejemplo, nuestro sistema digestivo y nuestro sistema inmunológico pueden funcionar adecuadamente.

Si, por el contrario, nuestro sistema nervioso considera en determinado momento que no estamos a salvo, pasa a estar «desregulado» y entra en «modo supervivencia». Esto puede ser o bien mediante lo que se conoce como «activación del sistema nervioso simpático», «hiperactivación» o «modo luchar/huir»; o bien, en casos más severos, mediante lo que se conoce como «hipoactivación» o «parálisis», la cual involucra a la parte más primitiva del sistema nervioso parasimpático, específicamente la rama del nervio vago dorsal.

No hay nada de malo con ninguno de estos dos modos de supervivencia si efectivamente estamos frente a una amenaza real. Estas reacciones fueron diseñadas evolutivamente para ayudarnos a sobrevivir. Generan cambios fisiológicos en nuestro cuerpo que nos ayudan a luchar o huir de la situación, o bien si no podemos hacer eso, a paralizarnos, a apagar o desactivar nuestro proceso de pensamiento, y a anestesiarnos frente a una situación peligrosa de la que no podemos escapar. 

Pero también es cierto que fueron diseñados para no durar mucho tiempo, y que podamos regresar luego a ese estado «regulado» y relajado que nos permite «conectar» con otras personas, cuando la amenaza haya concluido. Porque cuando estamos en «modo de supervivencia», ninguna otra cosa le importa a nuestro cuerpo y a nuestro sistema nervioso: ni nuestra salud, ni nuestra digestión, ni nuestro éxito y felicidad, ni nuestros vínculos con otras personas. Nuestro «cerebro emocional que se ocupa de nuestra supervivencia» está concentrado únicamente en que podamos sobrevivir, pero lo hace de un modo que tal vez no consideramos muy útil o adaptativo a nuestras circunstancias actuales.

El problema es que estas reacciones de supervivencia suelen «dispararse» ante el estrés crónico o el trauma. La parte emocional de nuestro cerebro que se ocupa de nuestra supervivencia, específicamente la amígdala y el hipocampo, han aprendido a asociar ciertas personas, lugares, situaciones, sensaciones, etcétera, a determinadas experiencias previas en las cuales se habían activado esos estados “desregulados” propios del “modo supervivencia». Entonces vuelven a activar esos mismos estados cada vez que nos encontramos con algo que se asemeja de algún modo a aquellas experiencias. 

Entonces nuestro cuerpo y sistema nervioso no llegan a poder descargar o soltar esas reacciones de luchar, huir o paralizarse, como para poder volver a ese estado calmado y «regulado» en el cual podemos «conectar» con otras personas. Por lo tanto, comenzamos a pasar cada vez menos tiempo en ese estado. Y, de ese modo, nuestra «neurocepción» comienza a volverse imprecisa y nuestro «cerebro emocional que se ocupa de nuestra supervivencia» piensa que estamos en peligro incluso cuando en realidad no lo estamos.

Y a veces esto es algo que para nuestro «cerebro pensante» no tiene mucho sentido. Podemos pensar que estamos «reaccionando de manera exagerada», o que «no es para tanto, ¿por qué hago tanto alboroto por esto?», y tal vez intentamos aplicar el pensamiento positivo, el «reencuadre», o la fuerza de voluntad para cambiar estas reacciones. Pero no podemos lograr que el «cerebro emocional que se ocupa de nuestra supervivencia» reciba el mensaje de este modo. Porque no entiende el lenguaje verbal. Entonces, estos dos «cerebros» entran en conflicto el uno con el otro, lo cual a su vez genera aún mayor «desregulación» en nuestro sistema nervioso.

Cómo articulamos estos conceptos con EFT

Hay investigaciones que demuestran que cuando las personas piensan en algo (como un recuerdo, una percepción, una frase, una imagen, etcétera) que les dispara una reacción emocional displacentera, ciertas partes de su «cerebro emocional que se ocupa de la supervivencia» se activan, como por ejemplo la amígdala, que mencionamos anteriormente. La amígdala, que forma parte del sistema límbico, es como la «alarma de incendio» de nuestro sistema nervioso: cada vez que detecta algo que considera amenazante, desencadena ciertas reacciones en nuestro cuerpo que hacen que ingresemos en el estado de luchar/huir o en la parálisis. Y, en consecuencia, dejamos de poder pensar, sentir y actuar del modo que quisiéramos, porque ahora estamos en «modo supervivencia».

Sin embargo, lo que las investigaciones demuestran es que cuando estimulamos algunos de esos puntos que se usan en acupuntura, por ejemplo mediante el tapping, mientras nos enfocamos en algo que nos hace sentir mal y que ha activado esas respuestas de parte de la amígdala y el sistema límbico, porque consideran que estamos bajo una amenaza, esa activación de la amígdala se «desactiva».

Por lo tanto, en vez de experimentar esas reacciones displacenteras, la amígdala y el resto de nuestro cuerpo y sistema nervioso dejan de «reaccionar de modo exagerado» y entonces esa «respuesta condicionada» del modo supervivencia (tal como, por ejemplo, «cada vez que alguien me mira con desaprobación comienzo a transpirar y a preocuparme de que soy mala persona») deja de ocurrir. Ya no experimentamos más esa reacción emocional y fisiológica displacentera.

La amígdala no entiende nuestros mensajes verbales, entonces decirnos a nosotros mismos: «Relajate», o «Cálmate» no suele ser muy efectivo a la hora de producir ese efecto. El tapping, por el contrario, es uno de los lenguajes que la amígdala entiende, por lo cual nos permite comunicarnos con ella de modo eficaz para ayudarle a entender que «estoy a salvo», o que «aquí ya no hay más ninguna amenaza». [Agradezco especialmente a mi colega Sheri Severson por la idea de este último párrafo].

Esto permite que nuestro sistema nervioso deje de encontrarse «desregulado» en ese estado de luchar/huir (activación del sistema nervioso simpático) o parálisis (activación del nervio vago dorsal del sistema parasimpático), y que en cambio pase a estar «regulado» mediante el «nervio vago ventral» en ese estado calmado y relajado que nos permite conectar con otras personas. Al lograr este cambio con respecto a cualquier «detonante», recuerdo o situación imaginaria que anticipamos podría suceder en el futuro, podemos empoderarnos al percibirlo de una manera más clara y calmada. Es así como suceden en EFT los «cambios cognitivos», es decir, cuando podemos comenzar a ver las cosas de una forma más positiva y objetiva, una vez que comienza a bajar la intensidad emocional displacentera. Y es así como podemos utilizar EFT para modificar nuestras creencias limitantes.

Cuanto más perciba nuestro sistema nervioso que nos encontramos a salvo, más podremos acceder a nuestros recursos, y obtenemos una «ventana de tolerancia» más amplia. Esto significa que podremos enfrentar los diversos desafíos y situaciones de la vida sin que nuestro nervioso se «desregule» y sin sufrir, por ende, esas reacciones emocionales y fisiológicas displacenteras.

Conclusión

En síntesis, EFT implica utilizar unos golpecitos o «tapping» con nuestros dedos en determinados puntos de nuestra cabeza y torso que se utilizan en acupuntura, mientras nos enfocamos en alguna cuestión que nos genere una reacción emocional displacentera. Luego de algunos minutos esa reacción tiende a disminuir o desaparecer. De acuerdo a su fundador, Gary Craig, EFT funciona mediante la disolución del bloqueo o disrupción en el sistema energético de la persona, que estaba causando dicha reacción emocional displacentera.

Desde una mirada más ligada a las neurociencias, el tapping lo que hace es enviar una señal de calma a la amígdala, que forma parte de «la parte emocional de nuestro cerebro que se ocupa de nuestra supervivencia», para desactivar la «respuesta frente a una amenaza» que se había activado frente a algún estímulo que era percibido de esa manera. Esto le permite a nuestro sistema nervioso volver a sentir que estamos a salvo, y hacer los cambios fisiológicos necesarios en nuestro cuerpo para que dejemos de tener esa reacción emocional displacentera.

Eso es todo por hoy. Espero que este artículo te haya sido de ayuda. Me llamo Bruno Sade y soy practicante certificado de EFT, así como también psicólogo matriculado en Argentina. Utilizo EFT como herramienta para ayudar a las personas (que hablan inglés o español) a cambiar sus reacciones emocionales.

Me encantaría saber: ¿Qué te parece esta explicación/punto de vista acerca de cómo es que funciona EFT? Me encantaría que lo escribas en la sección de comentarios.

Haz click en el link a continuación para acceder a la Parte 2 de este artículo.

¿Qué es EFT y cómo funciona? Parte 2: https://brunosade.com/es/2022/05/19/que-es-eft-y-como-funciona-parte-2/

Posdata: Dejo aquí algunos links para quien quiera indagar más sobre esta temática:

  • Acupoint stimulation in treating psychological disorders: Evidence of efficacy. By David Feinstein, Ph.D. https://www.lifescriptcounseling.com/research/acupoint_stimulation_research_review.pdf
  • How Energy Psychology Changes Deep Emotional Learnings. By David Feinstein, Ph.D. https://evidencebasedeft.com/wp-content/uploads/2017/02/How-EP-Changes-Deep-Emot-Learnings-Feinstein-2015.pdf?fbclid=IwAR0Szy1p86yH0uTU6WWfX2oafbGF3E1JlgarqGs7y3x-FW5vNI5pyNRZwSw